viernes, 11 de junio de 2010

11 de junio

Y al fin llegó el día. Y sobre el papel, la profesión suena muy atractiva y el curso un mar de rosas... que hasta emociona... ¡¡El poder que tienen las palabras (y las ventanas dibujadas)!!

UN BANQUILLO EN PERMANENTE RENOVACIÓN
Por Miguel Ángel Barroso

OCHO DE LA TARDE de un día cualquiera de finales de la década de 1980. Una hueste de becarios se dirige apresuradamente al taller para arreglar el «barrillo», las páginas a las que les sobran líneas de texto o les falta un gráfico o una fotografía. Un maremágnum se apodera de la sala bajo el sonido de los teléfonos y las voces de los redactores y montadores. Arias, uno de los jefes del cotarro, distribuye el juego desde detrás de una mesa alargada; parece despistado, ensimismado en su mundo, pero lo tiene todo controlado, como el camarero de la vieja escuela que coge la matrícula al cliente que acaba de ingresar en el bar. Aunque aquí, en lugar de raciones de bravas o bocadillos de calamares se reparten las maquetas que han viajado por un misterioso tubo desde la Redacción y las filmaciones que, convenientemente cortadas con un cúter y untadas de cera caliente, compondrán la página.
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LOS BECARIOS DE ENTONCES YA NO SOMOS LOS MISMOS

Por Manuel de la Fuente

NOVIEMBRE DEL 89. El becario, apenas quince días en esta Casa, acababa de llegar de su primera entrevista. Tímido y prudente, preguntó: «¿Cómo la hago?». Ramiro Villapadierna, corresponsal hoy de ABC en Berlín, después de vivir en carne muy propia, entre otros, el drama de los Balcanes, segundo responsable de la sección de Espectáculos, respondió alto y claro: «Como te dé la gana… pero bien. Mira Manuel, puede que haya algún periódico mejor que éste, la mayoría son peores, pero lo que sí te puedo asegurar es que, como éste, no hay ninguno».
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